Hans Liebherr: empresario, inventor, visionario
La historia del éxito del grupo Liebherr está íntimamente ligada con la persona de su fundador. Es la historia de Hans Liebherr, aparejador, incansable pensador, pragmático hombre de negocios y empresario pionero de éxito.
El pionero - Convertir las ideas en realidad
Hans Liebherr es uno de los grandes pioneros de la economía alemana de la posguerra. Entre sus inventos revolucionarios se encuentran la grúa torre móvil o la primera excavadora hidráulica de Europa, innovaciones que han influido en la construcción a largo plazo. «Su éxito económico es fruto de la capacidad de reconocer, entre un maremágnum de ideas escurridizas, la más apropiada en cada momento», opina el doctor Weyres, decano de la Universidad Técnica de Aquisgrán, con ocasión de la concesión del título de doctor «honoris causa» en el año 1964. En sus innovaciones, Hans Liebherr demuestra una gran sensibilidad por el éxito de productos prometedores y de mercados futuros. Y, como pensador apasionado, no descansa ante los logros obtenidos. Desarrolla incansablemente nuevos productos y, en estrecha colaboración con los constructores, continúa madurándolos de manera rápida y perseverante hasta que están listos para el mercado.
El perseverante - Trabajar con tesón
Y si sus productos no consiguen un rápido éxito, Hans Liebherr hace gala de gran perseverancia. Así, por ejemplo, la presentación de la primera grúa torre móvil en la feria de octubre de Fráncfort en 1949 es decepcionante. «En realidad, después de la feria habría cambiado de idea y desistido de fabricar de grúas», recuerda. En lugar de eso, Hans Liebherr trabaja con perseverancia para hacer realidad sus planes hasta que se reciben los primeros pedidos y arranca la producción. El empresario siempre piensa a largo plazo. Su lema: «Con la firme voluntad de realizar un buen trabajo pueden lograrse objetivos que a primera vista parecen inalcanzables». Con su insistencia y su incesante afán de mejora, consigue que hoy en día «Made by Liebherr» sea sinónimo de calidad y practicidad en todo el mundo.
El hombre de negocios - Sólido administrador
Como empresario, Hans Liebherr ha ido apostando paso a paso por la expansión, sin poner nunca su independencia en juego. «En realidad, nunca he asumido riesgos. No he intentado llegar más allá de donde alcanza mi brazo». Por este motivo, financia desde el principio todos los proyectos con capital propio. Salvo raras excepciones, las ganancias permanecen en la empresa para continuar optimizando la investigación, el desarrollo, la producción y las ventas. Esta independencia permite a Hans Liebherr dirigir el amplio grupo empresarial a pesar de las oscilaciones coyunturales y continuar el necesario desarrollo de productos a lo largo de prolongados intervalos.
El aparejador - Con los pies en la tierra
Se trata de una de las grandes personalidades empresariales alemanas de su tiempo y sigue siendo una persona modesta. «Como ya saben, en realidad no soy más que un aparejador», dice Hans Liebherr al recibir el título de doctor «honoris causa». A mediados de la década de los 60, logra consolidar la pequeña empresa como uno de los fabricantes de máquinas de construcción líderes en el mundo. Y continúa ocupándose personalmente de sus fábricas. Su lema es hacer las cosas por sí mismo, pensar por sí mismo y actuar en lugar de hablar. Sobre el terreno ve cómo están las cosas, habla largo y tendido con sus trabajadores y toma decisiones de manera rápida, pragmática y directa. Su forma personal de trabajar le permite tener siempre en mente las necesidades de sus clientes.
La empresa familiar - Asumir responsabilidades
Desde sus inicios en el negocio paterno de la construcción, Hans Liebherr ha ido levantando una empresa familiar. «Siempre ha querido que todos colaboren intelectualmente y asuman responsabilidades», decía en su día Willi Liebherr sobre su padre. Esto también se aplica a los trabajadores. Aunque bajo su dirección Liebherr se ha convertido en grupo empresarial, no se trata de un gran grupo centralizado. Él apuesta por unidades empresariales que mantienen su independencia, en las cuales deja un amplio margen de decisión a sus trabajadores. «Siempre que he construido una nueva fábrica, he nombrado un nuevo grupo directivo para ella. Una fábrica no puede dirigirse desde arriba», según sus palabras. Tras su muerte en 1993, tres de sus cinco hijos asumen la dirección. Hasta hoy, todos los socios son miembros de la familia, y en la actualidad incluye la tercera generación.